Con la ayuda de la tecnología
Hay algo, que parece novedoso en la tecnología (aunque no lo es), que nos hace llegar la voz de los medios que hablan sin parar, que mezclan y confunden, pero también permite sobrellevar la angustia gracias a que une personas a la distancia, que van encontrando la manera de trabajar, educarse e incluso hacer llegar su amor a través de 7 pulgadas de pantalla.
El desafío será duro y exigirá mucho, nadie podrá solo. Como ya ha pasado tantas otras veces, van crujir nuestros recursos, e incluso es posible que nos obligue a ser flexibles para adoptar nuevas formas. La diferencia podría ser hacer una buena lectura de la cosa y no confundirnos con los otros, para poder ser individualmente viviendo con otros, ni para otros ni sin otros.
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es al respecto
Había un sistema que dejaba afuera todo lo que nos molestaba, que fallaba pero no más de lo que funcionaba. No se supo anticipar que podía que fallar del todo. Tomó todas las calles. Nos obligó a entender de nuevo la realidad. La peste mató guerras y personas, se sufre por las pérdidas, por no poder salir, trabajar, verse, festejar cumpleaños o juntarse con amigos un viernes cualquiera.
La pandemia deja una marca en la subjetividad de nuestra época, esa a la que se debe renunciar si no se es capaz de unirla al horizonte propio (frase del maestro Lacan). Sin embargo ese horizonte se vuelve plano, como un paredón que nos devuelve a este lugar (de encierro) y de preguntas sobre la salida: cómo, cuándo y dónde, sin una imagen clara.
Nos falta, cosa importante pero no fundamental que nos ha hecho sentir de manera cruda y también nos obliga a asumir una pérdida. Será momento de ver si sabemos que hacer con ese hueco, si vivir con él y a pesar de él.
De golpe la vida se transformo en un continuo apelmasado que comprende todo en un solo espacio. El trabajo, el deporte, el ocio, los hijos y el descanso están 24×24 indiferenciados en esa locación donde te topaste con la cuarentena.